El pasado Viernes 17 de Enero, murió en Tokio el teniente Hiroo Onoda, a la edad de 91 años. Lo especial de este oficial, y es por ello por lo que se merece este artículo, es que fue el último soldado de la II Guerra Mundial en rendirse.
Hiroo Onoda nace en la prefectura de Wakayama en Japón, el 19 de marzo de 1922. Fue entrenado como oficial de inteligencia en la escuela militar de Nagano, y posteriormente enviado a la isla de Lubang en Las Filipinas el 26 de Diciembre de 1944.
Las órdenes de Onoda eran preparar las unidades allí establecidas para establecer una guerra de guerrillas, para atacar los puertos y las pistas de aterrizaje para evitar que fueran usados por los americanos. Sus órdenes, también incluían ni cometer sepuku ni rendirse.
El 28 de febrero de 1945 los americanos consiguieron desembarcar en la isla, los soldados japoneses estaban muertos o se rindieron, Onoda y 4 hombres tomaron las colinas decididos a continuar su misión.
La guerra termina el 15 de agosto de 1945 y se lanzan panfletos por toda Filipinas pregonandolo. Onoda y sus 4 compañeros (el soldado Yuichi Akatsu, el cabo Shuishi Shimada y el soldado de primera clase Kinshichi Kozuka) no se lo creyeron, para Onoda era una estratagema americana para poder capturarlos, asi que continuaron escondidos y realizando sus operaciones guerrilleras.
A finales de 1949, Yuichi Akatsu decide dejar el grupo y en 1950 despues de estar vagando sin rumbo se rinde a las fuerzas filipinas.
Los soldados restantes continúan resistiendo, en 1953 se lanzan más panfletos instandoles a rendirse ya no hay guerra por la que luchar, Onoda y los suyos creen que es mentira y no les hacen caso. En 1954 el cabo Shimada muere de un disparo en una reyerta con unos pescadores.
Onoda es declarado oficialmente muerto en 1959, pero no, sigue vivito. Sobreviven comiendo plátanos y cocos, arroz que cogen en las escaramuzas con los agricultores locales. En 1974, en una de estas escaramuzas, el soldado Kozuka recibe dos disparos de la policia local, que acudía en ayuda de los agricultores.
Nuestro héroe se queda solo, sigue escondido en la selva, sobrevive, remienda su uniforme, sigue fiel a sus órdenes, aguanta.
La reyerta de 1974 sugiere que Onoda sigue vivo y comienza su búsqueda, se mandan varios grupos pero sin suerte. El 20 de febrero de 1974, estudiante japonés Norio Suzuki abandona sus estudios en la universidad para unirse a la búsqueda, en su diario se propone buscar y encontrar a un oso panda, al yeti y al Teniente Onoda.
Una mañana, Onoda divisó una tienda de campaña y un hombre en frente de ella, sentado leyendo unos apuntes. Decidió esconderse y vigilarle, tras unos días decidiendo si lo tomaba prisionero o no, se acercó y tras pasar cierta tensión, empezaron a comunicarse. Con el tiempo se hicieron amigos, Suzuki intentó convencerle de que la guerra ya había terminado, Onoda contestó que solo depondría las armas si así se lo ordenaba su ofocial superior. Suzuki, tomó unas cuantas fotos y marchó a Japón, no sin antes prometerle que volvería con su superior. Y así lo hizo, dos años despues regresó con el Mayor Yoshima Tanigushi, oficial superior de Onoda, ahora civil. El encuentro fue solemne, se saludaron y el mayor ordenó al teniente que depusiera sus armas, tras un momento de indecisión, Onoda entregó su sable y su fusil de reglamento, el Arisaka 99, varias granadas de mano y se comenzó a llorar. El presidente Marcos acepto su rendición, le devolvió su sable en señal de respeto y le perdonó todos sus actos de guerra realizados.
Regresó a Japón, ya moderna y reconstruida, Onoda no aguantó emigró a Brasil dedicandose a la cria de ganado, hizo dinero. Al cabo de los años volvió a su casa y escribió sus memorias:"No surrender: My Thirty-year war".
Realmente el último no fue el teniente Onoda sino Teruo Nakamura, un soldado de origen taiwanés que fue obligado a servir en la 4ª Unidad Voluntaria Tagasako del ejercito japonés (notese la ironía japonesa de aquella época), y enviado a la isla de Morotai, antes de la invasión de la misma por las tropas americanas.
La cabaña de Nakamura fue descubierta accidentamente por un piloto a
mediados de 1974. En noviembre de 1974, la Embajada Japonesa en
Indonesia situada en Jakarta
pidió la asistencia del gobierno de indonés en una misión de búsqueda,
que fue llevada a cabo por las fuerzas aéreas de Indonesia en Morotai
que llevaron a su arresto el 18 de diciembre de 1974 por las fuerzas
indonesias. Fue llevado a Jakarta y hospitalizado. Las noticias de su
descubrimiento llegaron a Japón el 27 de diciembre de 1974. Nakamura
decidió ser repatriado a Taiwán, pasando por Japón y murió de cáncer de pulmón cinco años después en 1979.
Como voluntario, Nakamura no tuvo derecho a pensión hasta después de
1953 cuando se cambiaron las leyes de pensión y por tanto recibió una
suma de ¥68,000 (US $227.59 y ahora US $1000 2014).
Bueno, como dije antes, notese la ironía japonesa de aquel entonces.